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20. Levantar la mano para hablar en clase

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  Buenos días. Aquí llega la última entrada de mi blog, la experiencia más cercana a las redes sociales que he tenido. Me gustaría despedirme gratamente sorprendido. Al final, esto de enseñar los rincones de la vida rural ha sido más estimulante de lo que pensaba. Lástima que no haya más presentaciones, podría empezar con la serie fotográfica la fauna castellana. No sé si seremos "influencers" algún día con nuestros alumnos, en el sentido estricto. Pero desde luego, espero dejar en la mayoría una pequeña huella, la huella filosófica. Antes de despedirme, sin embargo, me gustaría comentar un fenómeno que se produce en nuestra clase del máster, y que desde el primer día me dejó atónito. ¡La gente no levanta la mano para intervenir en clase! Me resulta casi una quimera que la norma más básica y antigua del aula no se respete por muchos de los que aspiran a ser los profesores del mañana. Desde muy muy pequeño me han enseñado que para hablar en clase, primero se levanta la mano, y

19. Los conflictos en el aula

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La trasmisión de conocimientos académicos es una pequeña parte de la labor docente. En el aula la convivencia es clave para el desarrollo de la clase, para que se viva una experiencia de aprendizaje en la clase el clima debe ser sostenible y soportable, cuanto menos, para que alumnos y profesor no encuentren en las horas lectivas una dosis diaria de tortura inasumible. Gestionar los antagonismos, es decir, el profesor debe estar preparado para afrontar el conflicto, para canalizarlo o solucionarlo. El profesor debe ser un funambulista del conflicto, debe pasar por él sin caer al vacío, llevando las posturas enfrentadas a una misma orilla del abismo.  Y debe, además, procurar no ser nunca fuente del conflicto, debe ser el agua que apague los incendios, y no la cerilla que los prenda.  Tan importante como su labor académica, o incluso más, es su labor social. Del aula pueden salir buenos o malos matemáticos, buenos o malos angloparlantes, pero lo que se debe procurar siempre es que salga

18. La locura

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 “El delirio del que se haya despierto, pero en estado febril, es una enfermedad corporal y necesita de prescripciones médicas. Solo el delirante en que el médico no percibe estos ataques morbosos, se dice loco; la palabra perturbado es solo una expresión mitigada para decir lo mismo. Cuando, pues, alguien ha causado de propósito una desgracia y la cuestión es si recae sobre él por ella alguna culpa, o sea, que tiene que decidirse antes si estaba loco o no, el tribunal no puede enviarle a la Facultad de Medicina, sino que tendría que enviarle (dada la incompetencia del tribunal) a la de Filosofía. Pues la cuestión de si el acusado estaba al cometer el acto en posesión de su facultad natural de entender y juzgar, es exclusivamente psicológica, y aun cuando una perturbación corporal de los órganos de los sentidos quizá pudiera ser a veces la causa de una trasgresión antinatural de la ley del deber (inherente a todo hombre), no han llegado, en general, los médicos y los fisió

17. El profesor deseable

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Hemos preferido cambiar la reflexión sobre el profesor ideal por la del profesor deseable. No tengo una descripción de qué cualidades deberían definir al profesor ideal, pero sí unas nociones de las características deseables en un docente que pretenda desempeñar su labor con la mayor dedicación y eficacia posible. En nuestra modesta opinión, un profesor que quiera desarrollar su labor docente de manera apropiada debe ser alguien humilde. Esta es la mayor virtud que puede mostrar un profesor. Humildad a nivel personal e intelectual, que le permita estar siempre dispuesto a aprender, a aprender de sus alumnos, de sus compañeros, de sus experiencias, de todo lo que la vida ofrece en forma de vivencias. La humildad es una idiosincrasia necesaria para la constante mejora y evolución del docente. Además de humildad, un profesor debe elegir como rasgos de su personalidad la paciencia y la perseverancia. La tarea de educar no tiene tiempo ni espacio definidos. Nunca es tarde para quien se perd

16. Lo digital y lo analógico

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En esta entrada vamos a hacer una breve reflexión sobre la dicotomía (dicotomía occidental, como todas). En buena obra no tendrían por qué ser instrumentos antagónicos, pero de facto lo son.  Es obvio que lo digital poco a poco va destronando a cualquier instrumento analógico. Sin embargo, es difícil jugar a adivino y apostar por un futuro desierto de cualquier aparato analógico, pronosticar su vuelta o aventurar una tendencia en una sociedad que vive en constante revolución y eterna amenaza de extinción. Lo que me gustaría hoy hacer en esta entrada es más bien otro tipo de reflexión. Me parece más interesante pensar acerca de si lo analógico es algo que conviene al ser humano más que lo digital, dejado aparte la futurología y la cuestión de qué mundo nos espera mañana. Desde luego, las nuevas generaciones nacen con lo digital en el ADN. El manejo y conocimiento tecnológico de los jóvenes y niños es asombroso, es incluso abrumador. Por doquier se ven niños de apenas 3 - 4 años que cont

15. Diversidad

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 Hoy en clase hemos realizado una actividad muy interesante. Se trataba de ponernos etiquetas en la frente sin saber que ponía en nuestra etiqueta, para empatizar y entender cómo se sienten en ocasiones las personas con diversidad emocional y psicosocial cuando la gente les mira, se ríe, cuchichean, o les señalan. Lo más curioso de la actividad es que las etiquetas no llevaban minusvalías escritas, sino que la mayoría eran cosas tan livianas como "soy nudista", "soy un pesado" o "fumo porros". El ejercicio tenía un doble sentido. En primer lugar, empatizar con alguien que se siente discriminado por el mero hecho de que le hagan sentir diferente, de que le miren y le traten como alguien distinto, que no se sitúen frente a él como frente a un ser humano más. El segundo punto, y en mi opinión más interesante, era empatizar con alguien que no sabe lo que le ocurre, ponernos en el lugar de una persona a la que ven diferente, en la que ven al otro, pero que no c

14. El grupo significa la muerte del líder.

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 Una definición de líder bien podría ser esta:  aquel que se encarga de encaminar a un grupo de personas acompañando y  motivando   hacia un fin común del que él también participa. El líder es la persona que mantiene un grupo cohesionado embarcándolo en un objetivo o proyecto común. Es el símbolo del proyecto común y quien se encarga de que el grupo no se desvíe. Para ello debe cuidar a la vez del grupo en su totalidad y de la particularidad de sus individuos. Es la figura del pastor cristiano, que debe conocer al rebaño y a cada oveja en particular. El grupo está perdido en el momento que no está su líder, igual que el rebaño se deshace si desaparece el pastor.  El peligro de valorar el liderazgo y la figura de un líder es que los hombres delegan su responsabilidad, su necesario sacrificio, y su participación en el mantenimiento de la cohesión del grupo en manos de otro, enajenan su responsabilidad, alienan su capacidad, y confían en que ese otro haga el trabajo de todos. Es a la vez